Dame la mano

Levantar un puente
y tenderlo sobre el río
no puede ser cosa de uno.
Como darse la mano.
Como bailar un Tango.
Siempre es cosa de dos.

Las dos orillas de un mismo río se separan al inicio de su recorrido, justo al nacer, y viajan cerca hasta el final del camino, cuando se encuentran de nuevo y cuando, estoy seguro, se pierden juntas de nuevo, fundiéndose en el mar.

Hay manos que, aunque se separen, siguen unidas, se buscan. Son manos que seguirán el mismo camino, sin tocarse, sin rozarse, sin acercarse jamás.

Son manos que se encontrarán en cada mano que sujeten, en cada corazón que acaricien. Son manos que no olvidarán, que se recordarán siempre, que se sentirán claramente, a momentos, en vacíos concretos.
Cuando, aunque no estén allí y aunque no quieras, las notarás latir, entornando los ojos y recordando aquella mirada, clavada en el alma, sonriéndote.
Cuando, finalmente, te preguntes cómo pudieron llegar tan adentro, cómo pudieron llegar hasta ti.

Dame la mano. Ven. Sujétala y no la sueltes más.

Decía un poeta loco.jpg

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3 respuestas a Dame la mano

  1. Anónimo dijo:

    Hermoso a más no poder

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