Altura sin alas

No hace falta ser nube

para rozar el cielo.

Basta con arraigar hondo,

como palmeras que,

sin despegar del suelo,

alcanzan el azul con la frente erguida.

No sueñan con flotar,

pero bailan con el viento.

No escapan del mundo,

pero lo miran desde arriba,

con la paz de quien ha aprendido

que crecer no es huir,

sino alzarse

con paciencia,

con fuerza,

con raíz.

Hay alturas que no se conquistan volando,

sino creyendo que el propio tallo

puede ser puente

entre la tierra y el infinito azul.

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