Algo tiembla en esta hora del día,
cuando el sol se esconde,
jugando tras cualquier la nube
y la noche se atreve a abrir los ojos.
Es un instante suspendido,
un puente secreto
donde se rozan la claridad y la penumbra.
Las almas vagan inciertas,
los corazones titubean,
y entre reflejos dorados
y los primeros tiznones negros,
se deslizan recuerdos
que disfrazan pasiones
con la voz dulce de la nostalgia.
En este anochecer,
la verdad se confunde con el sueño
y éste arranca voces a la memoria,
que ya no existen,
que fueron a esconderse
en ese mundo incierto,
entre la noche y el día,
entre la verdad y el deseo.
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