Como el agua entre los dedos

Se desgrana.
Se derrama,
constantemente.
Noche y día.
Efímero.
Eterno.

Pero… espera,
a veces se siente
desesperadamente quieto,
cuando, impacientes,
le perdemos el respeto.

Y corre raudo,
maldito bastardo,
cuando estoy a merced de tus caricias,
cuando eres viento norte
y todo se olvida.

Me castiga en silencio,
curtiendo, inexorable,
mi piel y mi ser,
a su antojo,
sin tregua ni reparo,
sin ninguna pena.

Se me antoja escondido
en algún lugar secreto
cuando te espero
o cuando voy a tu encuentro.

Cuánta vanidad,
bárbara inconsciencia,
maldita quimera.
No reparé en despilfarrarte
a borbotones,
como si fueras ilimitado.

Oh tiempo,
mi tiempo,
no sabes la honda pena que siento,
cuando comprendo el derroche.

Imagen Louisemarie

Esta entrada fue publicada en Alma, Amor, Tiempo. Guarda el enlace permanente.

Deja un comentario