Fuego

Nunca debimos agitar aquel pañuelo
ni dejarlo ondear en nuestro firmamento.
Estaba cubierto de estrellas,
bailando en azules, blancos y negros.
Jugamos con fuego, al agitarlo al viento.

Quizás nunca debí acercarme tanto
ni acariciar aquel sueño
que se movía por fuera lento
y ardía salvaje por dentro,
incendiándolo todo a su paso.

Quemé piel, penas y deseos.
Me quedé a vivir en aquel cielo.
Desapareció el tiempo.
Y desaparecí yo, lentamente,
del todo, jugando con fuego.

Pasó lento el tiempo
y ardí en aquella hoguera.
Debía quemarme,
debía curarme,
para revivir de nuevo.

Y un día me descubrí solo,
ardiendo,
no siendo ya el mismo,
iluminándolo todo,
sin quemarme por dentro.

Me abracé a la lluvia,
al mar, a la luna,
al sol de aquel largo invierno…
y viví aquel momento.

Al final, me prometí a mi mismo
que, si pudiera,
volvería, sin dudarlo,
consciente, despierto,
a arder en aquel fuego.

mujeres-ni-rosas-ni-cactus.jpg

Esta entrada fue publicada en Adiós, Amor, cielo, estrellas, Lluvia, Luna, Mar, Pasión, Soltar. Guarda el enlace permanente.

2 respuestas a Fuego

Deja una respuesta

Por favor, inicia sesión con uno de estos métodos para publicar tu comentario:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s