Derramando su tibia luz sobre el mar,
aquella noche de verano,
la luna me susurraba.
Su voz hermosa y tímida,
me recordaba
cómo se hablan los corazones
cuando no pueden tocarse
y solo puede acariciarse el alma sin palabras.
Derramando su tibia luz sobre el mar,
aquella noche de verano,
la luna me susurraba.
Su voz hermosa y tímida,
me recordaba
cómo se hablan los corazones
cuando no pueden tocarse
y solo puede acariciarse el alma sin palabras.
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