Llevaba la vida
hecha jirones,
la sonrisa
zurcida al corazón
y, hasta que la sangre
no se me quedó salada
junto al mar,
¿dónde si no?,
no veia salida
para todo el vacío,
para toda la distancia.
Ahora,
entre la luz del sol
que me da fuerza
y el mar que me da calma,
respiro luz y paz.
Hoy,
abrazo la felicidad
como a la mejor amiga,
sonrío y agradezco
todo lo que puedo sentir cada día.
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