Abandonarse en la calma de ese agua salada,
desgranando racimos de esperanza,
celebrando cada día azules,
luceros, el abrazo de un amigo
y, al final, la conciencia del alma.
No necesito más.
Solo acercarme al mar,
un día cualquiera,
limpio,
resuelto
y con una sonrisa amplia.
Debe estar conectado para enviar un comentario.