Abrí las manos.
Tenía ver qué había estado sujetando tanto tiempo.
Solo había un rastro de luna, cielo y silencio.
Con aquella caricia,
lo que quedaba,
lo robó el viento.
Abrí las manos.
Tenía ver qué había estado sujetando tanto tiempo.
Solo había un rastro de luna, cielo y silencio.
Con aquella caricia,
lo que quedaba,
lo robó el viento.
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