En el amanecer de un día,
poco a poco,
dejé de buscar tu rastro,
dejé de echar de menos tu recuerdo,
dejé de esperar que un día,
quizás un día,
fueras tú quien me echaras de menos.
Poco a poco solté los hilos,
corrí contra el viento para llenar
de aire limpio la cometa
y empecé a volar con ella.
Poco a poco,
te perdí en la memoria,
ya no imaginaba constantemente,
mirar la luna a tu lado,
ni miraba mi mano
preguntándome dónde estaría la tuya.
Poco a poco
desistí de alejarme,
de acercarme
o de sentirme
lleno de aquello.
Muy poco a poco,
mi piel dejó de extrañarte,
perdoné los espacios,
los vacíos que quedaron,
las omisiones y las culpas.
Y llegó un día
en que ya nada importó.
Ni tú ni yo
ni aquel amor
que cambió mi vida
y que vino a rescatarme.
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