Un invierno y casi dos veranos

Con los años, hasta se nos olvidó que nos buscábamos.

Siento como si hubiéramos planeado encontrarnos desde el nacimiento, como si descubrirnos hubiera sido nuestro primer deseo. Un deseo inexperto, torpe y desorientado. Andábamos dando palos de ciego, como niños, con la seguridad de que existíamos pero sin saber dónde buscarnos.

Y llegó el día en que la sombra que habíamos creído resplandor cambió con un cruce de miradas. Costó recordar. Habíamos olvidado que nos buscábamos, pero se hizo el día en tus ojos, estalló el mar en los míos. Se hizo la luz, con tu luz, con mi mar y, en una ola, nos reconocimos.

Llego un momento en que vestimos las ilusiones con menos accesorios, con menos aditivos. Miramos al frente, cada vez con mas coraje, con menos dudas, ignorando penas caducadas y desvaríos. Nos reímos con más ganas, más seguros, con el espíritu claro de que había que disfrutar de lo que la vida nos regalaba.

Conseguimos cambiar cada noche el reparto, el argumento, el desenlace, el estilo. Desde la comedia al drama, rodando la vida en un escenario cada día distinto. No había tema tabú, ni letras que sobraran en las palabras. Dimos de comer al alma con poesía, intercambiando emociones, filtrando sentimientos y el latido de nuestros corazones en cada rima, en cada verso, con cada acento. Y seguimos juntos más de un año, bañándonos de sol y de sal, de reflejos de luna y de seda en la piel. Durante el día y, también, en la pasión de la noche.

Y cuando anocheció en nosotros y la rima se hizo solo papel, quedamos una mañana, muy temprano, para abrazarnos como nunca, para sonreírnos desde el alma amiga, para besarnos, por última vez. La lluvia nos vino a ver para limpiar el momento, mojándonos con lágrimas dulces, para endulzar nuestra alma. Ella sabía que no nos volveríamos a ver.

Envolvimos con las manos el recuerdo de nuestra piel, en los ojos el mar que tanto nos quiso y que rebosaba por nosotros sal y miel, en el corazón la luna que nos acompañó siempre, y en el alma el amor que nos profesamos una vez. Solo quedó recordar aquella llama eterna que duro un invierno y casi dos veranos esta vez.

Te vi, alejarte triste, para no volvernos a ver.

14225539_1243570362353787_8635586620317535079_n.jpg

Incondicionalmente

Esta entrada fue publicada en Amor, Soledad. Guarda el enlace permanente.

2 respuestas a Un invierno y casi dos veranos

  1. Olga dijo:

    Fantástico !!

    Le gusta a 1 persona

Deja una respuesta

Por favor, inicia sesión con uno de estos métodos para publicar tu comentario:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s