En un momento, se detiene el tiempo,
se pone en marcha una ausencia seca y árida.
Se descubre un inmenso vacío,
en apenas un espacio de nada.
En un momento, arranca la tormenta
y estalla en pedazos la calma.
De repente, el silencio grita,
y luego, el estruendo calla.
Sentimos la herida de la lejanía,
de la corrosiva distancia.
El infierno que nos quema en llamas.
Desde el corazón se escucha la llamada.
Y, de repente, cruzamos las miradas.
Imposible ignorarlas.
Mares de emociones en cascada
que invaden, con un violento caudal,
aquel vacío que todo lo llenaba.
Ya después,
el amor,
el cielo,
y al final,
la calma.
¡Hay tanta emoción en un solo rincón del alma!
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