La puerta del olvido

Cerré aquella puerta,
vieja y desvencijada.
Las bisagras rechinaban.
La cerré a sabiendas
de que malcerraba.

Aunque hacía frío,
notar cómo el aire
se colaba por las rendijas,
me consolaba.

Cada noche,
el ruido de la madera retorcida,
me acompañaba.

Era mi forma de recordar
que aún sentía,
que aún amaba.
Que aquella puerta,
en realidad, no se cerraba,
solo rota por el portazo quedaba.

Aquella puerta entre el amor
y una soledad no deseada,
que está siempre abierta
al corazón de quien ama.

8fa3b7fb99e7396276751421854616c9.jpg

Esta entrada fue publicada en Amor, Soledad. Guarda el enlace permanente.

Deja una respuesta

Por favor, inicia sesión con uno de estos métodos para publicar tu comentario:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s