Hubo un tiempo
que cerraba los ojos
y podía recorrer
mil veces su cuerpo,
sin perderme,
sin echar nada de menos.
Sonreía imaginando
que su piel
era mi camino,
y eso era más que suficiente.
Hubo un tiempo
que me sentí camino,
que, cuando me miraba a los ojos,
desaparecía el mundo
y caminaba sin destino.
Siempre recordaré
la cordura,
sentir claro mi norte,
saber que aquella,
fue mi mas bella locura.

© José Luis Afán de Ribera
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