Te sabes el cielo de memoria,
llevas el mar prendido en la mirada.
Se esconde en tus ojos la lluvia,
el sol juega entre tu melena dorada.
En tu alma nacen las letras,
que se dibujan, latido a latido,
en mi corazón hambriento,
ávido de tus colores y tramas,
sediento de la textura de tus palabras.
A veces, rugosas, crudas o ásperas,
otras, sedosas y aterciopeladas.
Entre los dos
damos respuesta a misterios
a golpe de caricias, besos
y oportunas carcajadas,
poniéndole orla a la letra,
dejando desnuda el alma.
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