Feliz año nuevo. No me he vuelto loco, no.
¿Recuerdas ese olor a tierra mojada, los cestos de setas y las castañas? ¿Recuerdas esos días grises de octubre o noviembre, que invitan a pasear y no quedarse en casa?
Ya sé que para muchos es una época del año tristona y que invita a la introspección pero, para mi, desde que recuerdo, la llegada del otoño ha sido siempre un buen momento. Empieza mi estación. En ella nací, hace ya unos cuantos años, y siempre la recuerdo como la explosión de esos otros colores, como una especie de segunda primavera.
Es como el inicio de ese “otro año nuevo”. Como si el año escolar, aun empezara cada año en mi.
Me propongo disfrutar de los ocres, los amarillos, el contraste de los granates o ese verde intenso que adopta el bosque mojado por la lluvia. Me propongo empaparme de lluvia, como ella me enseñó, y bailar en ella. Disfrutar del momento.
Este año además, voy a aprovechar para agradecer lo que tengo, para darme el descanso de dejar que las cosas pasen, para fluir al ritmo de este entorno que me envuelve como en un abrazo. Para ser consciente de quién soy y, sobre todo, quien ya no soy. Agradezco lo sentido, lo vivido y lo aprendido de todo ello.
Cada vez soy mas consciente de que debo equilibrar de nuevo lo que tomo y lo que suelto.
He de ser consciente para no empujar para que ocurra aquello que solo pasa cuando dejas de pensar en ello. A olvidar lo que ya tuvo su momento. A rellenar con amor cada rincón, cada acción, cada deseo. A vivir este momento. Porque no me puedo olvidar que estoy aquí para eso.
Ayer empezó el otoño y yo voy a aprovechar el tiempo parta renovarme, quitarme hojas, ramas y trozos inservibles. He podado emociones, apegos y sentimientos tóxicos. He dejado el jardín limpio y dispuesto al cambio, a lo que esta estación me trae.
Por eso os deseo a todos un Feliz año nuevo.
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