Le hablé a la luna.
Le expliqué, le pedí, le rogué, le pregunté.
Hablarle me acerca a ella,
a su luz.
Yo puse la letra,
las olas del mar, la música.
Me respondió la luna.
Rebosaba luz de luna llena,
de reflejos y de maravillas
que había visto.
Y me contó cómo
el reflejo de ese sol de noche,
que adquiere cuando está llena,
le permite ver durante 28 días,
mares, cielos, lágrimas, amores y desamores.
De cómo, sin ella quererlo,
vuelve locos a algunos poetas,
trastornando su alma con esos reflejos.
Y les nota perdidos, ensoñados,
invadidos de melancolía,
perplejos ante tanta belleza.
Y me contó que la vio a ella.
Caminaba en busca de su sueño,
recorriendo decidida su camino.
Divina.
Una alfombra de nubes se abría ante ella.
De nube en nube saltando.
Feliz con su vida.
Imaginé su sonrisa.
Sonreí.
E imaginé ese presente
y lo hice a mi medida.
Un paraíso para mí.
La luna llena me devolvió mi imagen
y empecé a construir desde ahí.
Empecé a tejer un camino,
el mío, conmigo.
Me sentí a mi mismo.
Me dije
«En un mes estoy allí.»
Sonreí.
Hablé con la luna llena.
Hablé con ella
porque quería saber de ti.
Quería que ella me contará si eras feliz.
Y me dijo que sí.
Sonreí.
Me gusta todo de tí, tus textos, tus fotos, la forma de expresarlo…Todo !!
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Muchas gracias Pilar. Estoy encantado de que te gusten y de que te haga sentir todo eso. Habrán más. Y tú, sigue escribiendo. Muchas gracias por tus palabras, de nuevo.
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