Escuché un susurro al alba
mientras contemplaba
cómo se ocultaba,
llena de luz,
la plateada luna.
Era un susurro que me llegaba de lejos.
Un susurro que me estremecía,
que parecía mecer las olas.
El eco de un susurro,
que se repetía,
que me llegaba de ti,
que decía que me llamabas,
que me añorabas,
que acariciabas mi piel,
que recorrías de nuevo mi alma,
haciendo sublime el momento,
dándole forma a un sueño,
haciendo latir mis ganas.
En lo mejor,
cuando ya me invadía la ternura,
el frío viento del Norte,
cruelmente,
finalmente,
lo barrió todo,
llevándose susurro,
ilusión
y sueño.
Todo eso,
pasó esta mañana,
en apenas un suspiro,
cuando alguien,
desde lejos,
me susurraba,
cuando la luna llena se ocultaba,
susurrándole palabras de amor
al alba.
Y al abrir los ojos,
entendí
que llevo pintados
sueños e ilusiones.
Que ya no me lamento de nada,
que me acostumbré a pintar
mis cicatrices de colores.
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