Ayer vi como el mar
perseguía la espuma de mis sueños.
Le vi seguir la estela del recuerdo
de aquella sombra esbelta,
de tu cabellera de oro, magia y misterio.
Le escuche invocar al viento
para volverte a traer aquí,
para despertarme entre sueños.
Llamé aquella tarde al sol
para alumbrar el momento.
No me quería perder el reflejo
de tus cabellos revueltos
ni su dorado rizo sinfín,
ni esa sonrisa,
ni tu mirada de miel
que siempre endulza mi cielo.
Ayer oí al mar decir “te amo”.
Aun no sé cómo lo escuchó
cuando lo susurré en tu oído
aquella tarde de invierno.
Debe estar conectado para enviar un comentario.