Ella cree que son suyos aquellos versos,
que es la única a la que iluminan las estrellas
y encogen los lamentos.
Ella cree que nadie entiende,
que sin él se ha muerto todo sentimiento
y que solo ellas, sus amigas,
las mujeres,
entenderán todo el dolor que lleva dentro.
Ella siente que él es como una piedra,
dura,
insensible,
impenetrable.
Pero no se da cuenta,
que el amor habla a todos los corazones,
sin importar si es él o ella
y traspasa los miedos y los silencios,
siempre hambrientos,
siempre buscando reconocerse en la inocencia.
Y pensaban que nunca más abrirían las puertas,
que siempre las mantendrían cerradas,
cubiertas de polvo,
de olvido,
de piedras
y de la nostalgia que trae el viento.
Pensaba que nunca dejarían entrar el aire o el sol,
que un día les daría la vuelta a su mundo,
a su tierra y a su alma,
que nadie podría herirles como hizo él o ella.
Y mírales hoy,
pintando el cielo,
cabalgando las olas,
regando las flores
y dándole la mano a la esperanza,
porque el amor toco otra vez a su puerta.
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