A veces, vale más compartir tu mundo
desde el más elocuente de los silencios,
sin la seda de las palabras,
sin la música de las letras.
Sin acentos ni tildes ni poemas.
Sin que la respiración se detenga
en la eternidad de una coma,
sin terminar y empezar en un punto,
en medio de la nada.
Sigo el murmullo del torrente,
como el agua,
que vive su destino
siguiendo la corriente,
siendo río
hasta ser mar.
Porque, a veces,
dice más el silencio
que mil libros abiertos.
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