No somos de nadie.
Ni de ti ni de mi
ni de nosotros.
Aunque, a veces, a una parte de nosotros
le gustaría ser del otro.
Pero no somos de nadie
ni de ti ni de mi
ni de nosotros.
Somos de ese mar
que se nos derrama en los ojos.
Somos del ocre de la tierra
que se cubre de hojas secas,
de flores de otoño.
Somos de ese cielo
en el que volamos libres.
Somos de ese azul
que nos cubre por dentro
cuando estamos solos.
En tus ojos tristes
veo pasar mi vida entera.
En esos que, cuando me miran,
me dibujan lo que la boca no sabe decir,
Que me cuentan flores y rosas rojas
porque en tu dulce sonrisa
vive mi presente
en una feliz primavera.
No somos de nadie.
Ni de ti ni de mi
ni de nosotros.
Aunque, a veces, a una parte de nosotros
le gustaría ser del otro.
Pero no somos de nadie
ni de ti ni de mi
ni de nosotros.
Somos de ese mar, azul,
que nos echa de menos,
que nos derrama en los ojos.
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