Te busco,
mientras encuentro que el olvido
es como un amigo perdido.
Como se asume
un inexistente destino.
Te encuentro,
en cada rincón,
subiendo y bajando
recorriendo mi piel,
en cada sonrisa,
en cada latido.
Te veo sonreír a mi lado,
Al compás de la brisa,
dándole nombre a cada sombra.
Acariciando el olvido.
Y te busco y te encuento en el viento,
que ya no es el mismo,
que revolotea entre colores
desde el rojo al azul marino.
De repente,
me parece sentir tu esencia,
un perfume intenso y dulce
que pinta de nuevo los colores
de aquellos atardeceres de estío.
Sonrío emocionado.
Me doy cuenta de lo que evoca
pasear junto a un mar,
embravecido por la memoria,
que aun revuelve el corazón,
con el recuerdo de aquella caricia
que provoca mil suspiros
y que siempre me mantiene vivo.
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