Las cosas que no me digo

Dejé de culparte.
Tú no tenías culpa.
Fue una mañana de sol,
mientras caminaba
conmigo de la mano,
por la orilla.

Había soltado la tuya.
Ya no había rencor,
solo la nostalgia
que me servía de abrigo.

Pronto me volví a cubrir de primavera,
me abrigué,
con mi mejor sonrisa
… y amé.
Amé intensamente.
Otra vez.
Aunque en esta ocasión,
fue a mi mismo.

Archivo 2-2-18 4 35 44.jpeg

Esta entrada fue publicada en Adiós, Amor, Mar, Soltar. Guarda el enlace permanente.

Deja una respuesta

Por favor, inicia sesión con uno de estos métodos para publicar tu comentario:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s