Algunas veces soltaría la cuerda. Otras encuentro absurdo el vértigo. Qué más dará dejarse ir, soltarlo todo. Caer. Como leí hace poco: “No hay peligro suficiente para tanto miedo que tenemos.”
Pero no me suelto, no me caigo, sigo sintiendo vértigo, o sigo dejando que el instinto actúe o, simplemente, sigo queriendo no caerme.
Al fin, la única derrota es rendirse. Todo lo demás es camino, aprendizaje, crear espacio para comprender aquello que no fui capaz de interiorizar, de sentir o de hacer o de soñar.
No me rindo, solo reposo el miedo, lo arrincono, lo muerdo.
Hoy salí a pasear sólo, a comerme el mundo en dos bocados y volví hambriento.
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